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Los que de alguna manera nos hemos interesado por la búsqueda espiritual, posiblemente nos hayamos dado cuenta de que algo común aparece en casi todas las propuestas de las diferentes tradiciones, algo que aparece camuflado por el “concepto” a veces tan iluminado, a veces tan oscuro.  La idea del microcosmos y del macrocosmos, de Brahman y de Atman,  de “Cristo vive en mí”, etc… no son sino una propuesta de refugio, son pistas que nos llevan a mirar hacia adentro y encontrar reflejada la totalidad, el equilibrio, la vacuidad,  o Dios. 

El texto que sigue, aunque expuesto por un maestro budista tiene un aspecto totalmente universalista y adaptable a cualquier tradición espiritual ya que se fundamenta en la más pura lógica vital.

Este texto,  es un fragmento de un curso sobre el refugio que se realizó en Menorca en febrero del 2002 a cargo del maestro y monje budista Guen Kelsang Palden.

El desequilibrio y la tensión

El equilibrio de nuestro cuerpo depende de su relación con la gravedad.  En este sentido, para estar cómodos y estables, la postura que adoptemos debe mantener una relación con dicha fuerza tan armoniosa como sea posible.

Cada vez que al cuerpo le sucede algo que pueda implicar dolor, toma una postura defensiva. Recuerda cual es la postura más habitual que adoptamos ante el dolor o el miedo: encogerse! Esta postura nos da la sensación de estar protegidos.  Así, ante situaciones difíciles, vamos creando inconscientemente pautas de tensión e incorporándolas a nuestras reacciones.  Las repetimos y repetimos de tal manera que, si consideramos que la vida es un peligro, adoptamos esta postura como un escudo ante ante la constante amenaza.

Si el cuerpo está siempre en tensión no podrá mantener un equilibrio adecuado en relación a la gravedad. Para no colapsar y caerse necesitará compensarlo con otra postura.    Mantener constantemente esta tensión implica gran desgaste energético.  A esto se le llama una pauta de tensión.

El bloqueo primario

Para corregir estas pautas de tensión debemos descubrir cual es el bloqueo primario y permitir que se disuelva. Cuando lo hayamos hecho, todo lo demás volverá al equilibrio de manera natural recuperando su propio EL EJE..

Por ejemplo, si alguien nos critica y pensamos que está poniendo en peligro nuestra dignidad, nos defendemos generando una pauta de tensión como el enfado.  Adoptamos esta actitud porque pensamos que vamos perder nuestro estatus personal que tanto valoramos y nos ha costado conseguir. También puede suceder al contrario: algo nos gusta mucho y pensamos que nos va a hacer feliz el conseguirlo. Sin embargo, cuando no podemos satisfacer este deseo aparece la ansiedad como una nueva pauta de tensión. Si vivimos de esta manera tan inconsciente, llegará un momento en que habremos creado tantas pautas de tensión para no perder el equilibrio emocional que la mente no va a saber como colocarse. La consecuencia es, una vez más: desgaste energético y dolor.

Imagina la gran trascendencia que tiene todo lo que hemos dicho si entendemos que la mente impregna todo el universo. Que todo lo que percibimos no existe fuera de la mente, sino está totalmente interconectado con nuestra mente. 

Piensa, por un momento, lo que pasa cuando la mente está desencajada, dolorosa, ansiosa, miedosa…. Cuando esto sucede, lo normal es que tengamos la apariencia de un mundo desencajado, un mundo lleno de tensiones y dolor. Al percibirlo de esta manera, nuestra reacción inmediata es intentar compensarlo adoptando diversas pautas de tensión. Sin embargo,  esta estrategia no funciona. La hemos probado miles de veces y seguimos constantemente perdiendo el equilibrio. 

Estas pautas lo condicionan todo:  la forma en que nos sentimos, como nos movemos, como vemos, oímos, hablamos, escuchamos, gustamos o tocamos… lo impregnan todo. A estas pautas de tensión BUDA las llamó ENGAÑOS.

Recuperar el eje

Buda decía que nuestra mente, al igual que nuestro cuerpo físico, también tiene un eje que le permite un equilibrio completo.  Es lo que Buda llamó la NATURALEZA PERSONAL DE BUDA. Esto quiere decir que todos tenemos el potencial para vivir en un equilibrio interior absoluto, en armonía con este eje.

Lo que sucede es que cuando intentamos encontrar el equilibrio a través de aceptar como eje la naturaleza personal de Buda, se despierta el miedo en nosotros. Esto sucede porque estamos acostumbrados a apoyarnos en nuestros ENGAÑOS para mantener el equilibrio.   Al empezar a soltarlos, es natural tener miedo de caer, de perder la estabilidad. Soltar los engaños es una sensación incómoda. Por esto nos cuesta tanto soltarlos. Estamos tan seguros apoyándonos en ellos y nos han servido durante tanto tiempo como soporte que, en realidad, parece que estos engaños somos nosotros. 

Los engaños no es algo que poseamos, de hecho es lo que somos. Sobre ellos que designamos “YO”.  Es sobre la mente, sustentada por todos estos engaños, que designamos “ESTO ES LO QUE YO SOY”.  En realidad es lo que, de momento, somos.  Por supuesto, comenzar a desmontar lo que somos da miedo.

Aunque estar apoyados sobre estos engaños implica mucho dolor, estamos tan acostumbrados, que el hecho de abandonarlos nos da miedo. Sucede así porque nos da la sensación de que no hay tal eje. Creemos que lo que vamos a abandonar es el único punto de apoyo.  Estamos tan metidos dentro de estas sensaciones que parece que no hay más alternativa que ésta.  Parece que prescindir de los engaños va ha hacer que dejemos de ser lo que somos.  Y es lo que de hecho pasaría. 

Si pudiéramos reconocer que podemos ser una persona con total plenitud y usar este sentir como eje en el cual apoyarnos,   ya no tendríamos tanto miedo de soltar los engaños.  Tendríamos un apoyo que nos ofrecería garantías de seguridad.  Es aquí donde empieza a tener lugar una actitud de refugio.  ¿Por qué refugio?  De hecho, nuestro refugio último es vivir en equilibrio. Aprender a usar como eje  a nuestra naturaleza de Buda nos lleva a ese equilibrio.  ¿Y Por qué llamarle refugio?  Porque nos protege, nos da una sensación de estabilidad.  ¿Y de qué nos protege?  Del dolor que implica estar descompensado, fuera del eje. Del dolor que implica apoyarse sobre el apego, el odio, los celos, la culpa, los miedos… Esto duele.

Prescindir de la IDEA, porque al fin y al cabo solo es una idea, de que sin aquello o lo otro no podemos  ser felices,  nos da miedo.  Pero cuando nos apoyamos en el eje de nuestra naturaleza de Buda, descubrimos que todas estas ideas estaban fundamentadas sobre una mentira, sobre algo que no era cierto.

¿En qué se basan nuestros odios, apegos, etc..?   Sobre la idea de que todo lo que percibimos es real.  Esta es nuestra IDEA.  ¿Por qué tenemos esta idea?.  Porque parece real.  Tiene la apariencia real.  Yo soy real, el mundo es real …. y me lo creo.  En este momento, éste es nuestro eje.   Esto provoca que todo lo que percibimos como atractivo,  lo percibamos como algo que nos promete felicidad real y por lo tanto deseable. Por este motivo se ve como normal que tomemos el apego como  nuestro soporte, como nuestro punto de apoyo. 

Del mismo modo, todo aquello que percibimos como desagradable, parece que  nos está amenazando con un dolor  real. Como hacíamos cuando hemos hablado en al párrafo anterior de las cosas atractivas, es normal que en esta ocasión, nos apoyemos sobre el odio para defendernos de la agresión.

En este sentido, mientras sigamos enganchados a estos engaños, necesitaremos crear pautas de tensión que se correspondan con ellos  en función de la idea de QUE TODO TAN ES REAL COMO APARECE.

Soñar

Seguro que ahora me preguntarás: ¿ y cómo puedes estar tan seguro de que nada es tan real como aparece?  Una de las cosas que me han permitido comprobarlo es a través del sueño, por comparación.  No es la única forma de llegar a esta conclusión, pero sí que es, para mí, la más potente. 

No sé si en alguna ocasión has tenido un sueño lúcido.  En mi caso sí que los he podido experimentar.   La sensación de estar completamente despierto y consciente del sueño mientras tu cuerpo físico está dormido es una experiencia inmensamente reveladora ya que en ella puedes sentir que la vivencia es tan real o incluso más que lo que llamamos vigilia.  A primera vista no se puede diferenciar. 

La apariencia del sueño es que todo está allí afuera como cuando estamos despiertos.  Puedes reconocer personas, lugares, objetos, sabores y todo tipo de percepciones.  Da la sensación de que hay un perceptor y un sinfín de cosas percibidas independientes del que las percibe.  Y digo que da la sensación porque en realidad no es así.  Las cosas que se perciben en el sueño, aunque no las podrías distinguir de la vigilia, no existen a parte del soñador. No existen a parte de la mente que los crea.  Lo dejo ahí…

Recuperar la naturaleza personal de Buda

¿Qué es lo que el BUDA nos propone? ¿sobre qué premisa basa su eje?

QUE NO HAY NADA QUE SEA TAN REAL COMO APARECE.  TODO ES UNA IDEA EN NUESTRA MENTE. NADA ESTÁ SEPARADO DE NUESTRA MENTE. 

Cuando dejamos que nuestra vida se apoye en este eje, ¿qué pasa con el odio o a la angustia?  Que se sueltan. No tenían solidez alguna, eran como fantasmas en nuestra mente.  Cuando  reconocemos, a través de nuestra propia experiencia, que no eran reales, que solo estaban en nuestra mente, nos damos cuenta de que sufrimos por nada.  Perdimos las esperanzas, nos tensamos… Todo por una mentira.

Cuando nos apoyamos sobre el eje de la naturaleza de Buda, que es la experiencia personal de la iluminación, lo que descubrimos es que podemos soltar absolutamente todo, porque aquello sobre lo que nos apoyábamos no nos  puede ofrecer nada, porque al final no es nada.

La idea de refugio no se basa en que tengamos que apoyarnos en cosas externas como puede ser un Buda, sino que el objetivo es descubrir este eje en nosotros y recurrir al él.  Las enseñanzas del Buda siempre apuntan hacia nosotros.  El soporte está en nosotros, nosotros somos el refugio.

Si dejamos que nuestra atención siga apuntando hacia fuera, pensando que Buda es una persona que está allí, que su enseñanza es una cosa que está allí, que los amigos espirituales son algo que está allí, fuera de nuestro eje de la naturaleza de Buda, estaremos en las mismas condiciones que antes. Estaremos desencajados, estaremos fuera del eje. Necesitaremos volver a compensar y crearemos nuevas tensiones.  En lugar de que lo espiritual nos traiga paz, nos aportará inquietudes, angustia y confusión.   Estaremos apoyándonos de nuevo en el eje equivocado, no en el de nuestra naturaleza de Buda sino en el de que todo esta fuera de nosotros, en el de que todo existe independientemente de la mente.  Así  volvemos a estar  tan perdidos como antes.

Lo podemos pintar de  los colores que queramos, de todo lo espiritual que queramos, pero mientras lo vivamos como una experiencia fuera de nosotros, seguirá siendo una mentira.  Lo cierto es que toda mentira acaba en dolor.  Por ello, no es de extrañar que a veces no nos sintamos cómodos ni con nuestras opciones espirituales. Muchas veces, en lugar de traernos paz, aparece de nuevo la insatisfacción, quizás más que antes, cuando solamente nos apoyábamos en cosas “mundanas.” Al no vivirlo desde el eje de naturaleza de Buda, no es un refugio, se vuelve una escapatoria, una compensación tensa.  La propuesta de Buda es descubrir este eje personal y soltar….

En estos momentos la idea de que todo es real lo impregna todo, pero cuando recurrimos al verdadero eje de Buda y nos dejamos llevar, todo se transforma en un refugio.  Un árbol puede ser el refugio, un vaso, una imagen nos puede mostrar el refugio, porque éste es eje que hemos escogido. Por tanto, todas las mentes que generemos a partir de aquí, son mentes cómodas que se sienten apoyadas  y en equilibrio, protegidas.  Todo lo veremos como una expresión de nuestro eje de Buda y por  ello no habrá nada que nos pueda dar miedo.   ¿A que temer si no hay nada ahí afuera a parte de mi mente? Esta es la auténtica experiencia de refugio.

Fijémonos en Buda, nunca apunta hacia él, nunca dice: haz lo que yo digo.  Siempre apunta hacia nosotros, hacia nuestra experiencia de Buda.  NOSOTROS SOMOS NUESTROS PROPIOS DESTRUCTORES Y NUESTROS PROPIOS CONSTRUCTORES.